La sonrisa de los peces de piedra es una novela juvenil de Rosa Huertas que resultó ganadora del XIV Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil. Una historia de descubrimientos y secretos; de duelos, de recuerdos, de cerrar heridas.
Santiago Muñoz
El abuelo de Jaime ha muerto hace una semana. Un sábado por la mañana, su madre se empeña en que la acompañe al cementerio. A Jaime, un adolescente, no le apetece nada ir, pero no puede negarse. Cuando llega al cementerio, su madre lleva allí ya un rato, y la descubre no ante la tumba de su abuelo, sino ante la de alguien que ha muerto también hace poco: Santiago Muñoz.
Desde ese día en el cementerio, la madre de Jaime está triste, nostálgica, extraña. Jaime no comprende nada, hasta que su madre le dice que ese tal Santiago fue alguien importante en su vida y que podría ser su padre.
Preguntas y respuestas
A partir de aquí el mundo de Jaime se tambalea. Su madre, enfermera y madre soltera, le contó en su día que había sido concebido por inseminación artificial, así que esta nueva perspectiva le abre muchas puertas. Sin embargo, su madre no quiere contestar a ninguna de sus preguntas. Remover en el pasado le resulta demasiado doloroso. Ante este panorama, a Jaime no le queda más remedio que buscar las respuestas por su cuenta.
Ángela
Su primera decisión es regresar a la tumba de Santiago Muñoz. Para su sorpresa, encuentra allí a una chica, más o menos de su edad. Está sentada sobre la lápida comiendo pipas. Jaime se acerca y entabla conversación con ella. La chica parece afectada, sin duda, conocía al fallecido. Pero las sorpresas no cesan para Jaime cuando le cuenta que es la hija de Santiago Muñoz.
El cuaderno
La madre de Jaime sigue sin querer contestar las preguntas de su hijo acerca de su posible padre y de su pasado. Pequeñas fisuras comienzan a abrirse entre los dos. Jaime no piensa desistir en sus intentos por conocer la verdad. Entonces aparece el cuaderno. De forma intencionada, su madre deja un cuaderno encima de la mesa de estudio que ella usa. Un cuaderno que pide ser abierto y leído. Un cuaderno que contiene una carta de la madre a su hijo. Una carta que le contará la historia de su vida.
Julia
Es a través de estas cartas como Jaime conoce la historia de su madre, de Julia. Una madre que fue joven en los años ochenta y que vivió al máximo la «movida madrileña»: salía por la Vía Láctea, escuchaba a Nacha Pop y Tino Casal, y se enamoró de un chico llamado Santiago cuya pasión eran la fotografía y la pintura. Durante aquellos años, Julia, Santiago y Manuel, su mejor amigo, eran un trío inseparable que exprimían las noches hasta el amanecer, que charlaban, que bebían, y que disfrutaban de la vida y de su juventud sin pensar demasiado en el futuro.
La verdad
Por un lado, Jaime no se separará de Ángela para intentar conocer todo lo posible a Santiago: cómo era, qué pensaba, qué le gustaba, por qué, si realmente era su padre, se desentendió de él; por otro, las cartas que, poco a poco, va escribiéndole su madre en el cuaderno le van desmadejando otra parte de la historia de este hombre. Dos visiones, dos vidas que acabarán confluyendo para desentrañar toda la verdad.
«Cuando salió hacia el hospital, unos minutos antes que yo, dejó abierta la puerta de su dormitorio. El cuaderno estaba encima de la mesa, y yo tenía que comprobar si había más páginas escritas aunque llegase tarde a clase. Dentro del cuaderno encontré una hoja suelta con un dibujo. En él se veía gente en la barra de un bar. «La Vía Láctea» se leía en la parte superior. Era una ilustración buenísima, parecía de un profesional. Me di cuenta de que en la parte inferior derecha había un pequeño pez sonriente, muy parecido al que Ángela añadía a sus dibujos a modo de firma. Era evidente que Santiago Muñoz era el autor»
La sonrisa de los peces de piedra, Rosa Huertas
La sonrisa de los peces de piedra
La sonrisa de los peces de piedra es una novela apasionante. Te propone una búsqueda: la misma que la de Jaime, conocer la verdad sobre su origen, sobre su padre, sobre el pasado de su madre. Pero no solo acompañamos a Jaime en este viaje, también nos adentramos de forma, casi física, en aquellos años ochenta madrileños: sus bares, sus calles, su música, su ropa… Una historia que mezcla dos historias y dos líneas temporales: la actual y la de ese Madrid ochentero. Conocemos la historia de Jaime, pero también la de Julia, la de Manuel, la de Santiago. Una lectura que te atrapa y de la que es difícil salir.
Si te gusta escribir…
En este libro, la autora ha optado por establecer, como te decía, dos líneas temporales: la actual, en la que Jaime, a través de Ángela, va descubriendo cosas sobre Santiago, y la pasada, la que nos narra la historia de Julia, Santi y Manuel cuando eran adolescentes. Para esta segunda línea temporal, Rosa Huertas ha elegido usar una narrativa epistolar, es decir, a través de cartas. Son cartas escritas por Julia, en primera persona, dirigidas a su hijo. En ellas nos desgrana todo ese pasado que Jaime ( y nosotros, los lectores) desea conocer. Es un recurso muy útil para abrir nuevas tramas o para darle otro formato a la estructura. En este caso, está justificado porque la madre no se ve capaz de contarle todos los acontecimientos que tuvieron lugar en esa época de forma verbal a su hijo. Así que decide que le contará la verdad, sí, pero a su manera, a través de ese cuaderno que contiene una larga carta a su hijo.
Si quieres leer otras reseñas de libros que ganaron el Premio Anaya, te dejo aquí las de La rama seca del cerezo de Rafael Salmerón, Alma de elefante, de Andrea Maceiras y La voz del árbol, de Vicente Muñoz Puelles.
Abrazos de peces