Prohibido leer a Lewis Carrol es un libro de Diego Arboleda que nos cuenta la historia de una institutriz que tiene que acatar una complicada norma: evitar que la niña a la que cuida, fan de Alicia en el país de las maravillas, lea a Lewis Carrol.
Eugéne Chignon: la desastriz
Eugéne es una institutriz, perdón, desastriz francesa que tiene la capacidad de tirar cualquier cosa con la que se encuentra. Se choca, tropieza, en fin, sin pretenderlo, provoca desastres allá donde va. Por eso, cuando el 10 de abril de 1932 aparece en el periódico un anuncio de un matrimonio en Manhattan que busca institutriz, la vida de Mademoiselle Chignon va a dar un importante giro.
La institutriz consigue el trabajo, trabajo que exige el cumplimiento de unas normas: En esa casa está prohibido leer Alicia en el país de las maravillas. Tampoco se puede hablar de Lewis Carrol ni de sus obras y mucho menos comentar el asombroso parecido físico entre Alice, la hija del matrimonio y la Alicia del libro.
La institutriz se embarca en un transatlántico hacia Nueva York en el que conocerá a Peter Davies (hombre que, de niño, inspiró el personaje de Peter Pan a J.M. Barrie) y Monsieur Travagant, un hombre que viaja con un carrito de bebé en el que lleva un huevo gigante.
Los Welrush y Alice
Tras el viaje, por fin Eugéne llegará a la mansión de los Welrush, los padres de Alice. Allí le explican que la niña tiene una especie de obsesión con el libro y los personajes de Alicia. Es más, Alice se cree Alicia, lo que, a la vista de sus estirados padres, les pone en evidencia delante de la alta sociedad.
Eugéne se compromete a no mentar el libro ni al autor. Y no solo eso. También debe evitar que Alice se entere de que Alice Liddell, la mujer, ya anciana, que inspiró el personaje de Carroll llega a la ciudad para recibir un homenaje.
Cerámicas, magadalenas y más Alicia
Eugéne no solo conocerá a Alice, también a su tío, Timothy Stilt, un señor con un hambre voraz que trepa por las paredes. También tendrá que vérselas con porcelanas, secretos, parpadeos y con la propia Alice Liddell.
«Allá donde iba, Eugéne Chignon tropezaba, empujaba, obstaculizaba, chocaba o importunaba.
Era un poderoso imán para el caos.
No había, sin embargo, maldad ninguna en Eugéne. Lo que había era mucha, muchísima mala suerte. Sobre todo, mala suerte para los demás.
Ya siendo apenas un bebé, Eugéne destacó por su habilidad para enredarse en las piernas de los adultos, especialmente si ese adulto llevaba una bandeja. Tantas bandejas cayeron al suelo que el servicio del duque se convirtió en el único de toda Francia que servía comida en cestas».
Prohibido leer a Lewis Carrol
El libro me ha parecido una maravilla: surrealista, divertido, con personajes peculiares y características fuera de lo común y situaciones desastrosas que te llevan a la carcajada. Para que me entiendas: me lo he pasado en grande leyendo esta novela. Bebe absolutamente de la atmósfera de disparate y nonsense de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, con un estilo que nos recuerda y hace alusiones constantes a ese autor al que está prohibidísimo leer. Una lectura refrescante y vigorizante, como si fuera un jarabe de vitaminas y ginseng en el que pusiera: BÉBEME 😉
Diego Arboleda
Diego Arboleda es un escritor sueco que estudió Filología hispánica en Madrid. Con Prohibido leer a Lewis Carrol, ilustrado por Raúl Sagospe, ganó el Premio Lazarillo de creación literaria y el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.
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