Treinta y tres días antes de conocerte es una novela infantil de Paloma Muiña que nos habla de unos vecinos nada convencionales. En 2013 se llevó el Premio Ciudad de Málaga de literatura infantil y te aseguro que con ella vas a pasar un buen rato.
Es una historia muy original en todos los sentidos: por el tipo de narrador y por sus personajes. Jaime es quien nos cuenta esta historia, pero no nos la cuenta a nosotros, se la cuenta a alguien a quien acaba de conocer. Y lo que le cuenta es todo lo que ocurrió antes de conocerla. Exactamente treinta y tres días antes.
La familia más loca jamás conocida.
Y lo que ocurrió es que era verano y Jaime se aburría. El barrio se animó un poco con la llegada de unos nuevos vecinos, cosa que siempre es un acontecimiento. Su madre, en un intento de darles una cálida bienvenida, manda a Jaime a casa de los vecinos con un bizcocho hecho por ella. Cuando el niño llega a esta casa lo que se encuentra es de todo menos normal. Una madre con el pelo rosa y un bañador de flores; un padre con traje y corbata con lunares, una gata que solo come lengua de vaca y un abuelo que habla con la tele.
Pero eso no es lo más extraño, también resulta que hay otros dos miembros de la familia a los que Jaime no ve; uno es Enrique y el otro es “la nena” la niña a la que Jaime cuenta esta historia.
Misterios muy misteriosos.
La genialidad de esta novela radica, principalmente, en dos cosas: primero en lo estrambótico de los personajes y su forma de ver y vivir la vida y lo segundo en el misterio que arrastra toda la novela: ¿Quién es la nena? ¿es tan terrible como parece? ¿por qué Jaime debería temerla?
Mientras tanto, Jaime se pasa un verano la mar de entretenido cotilleando a los vecinos por la ventana, asistiendo a los continuos cambios de estilismo de la madre, viendo pelis del oeste con el padre, disfrutando de una fiesta en el jardín y reeducando los hábitos alimenticios de la gata.
«Así que salí al jardín en busca de las tijeras de podar. Y allí estaban todos: tu abuelo comía un filete con patatas sentado en el porche. Había colocado la tele en la ventana de la cocina y de vez en cuando se volvía para hablar con ella. Tu madre estaba arreglando un seto lateral con las tijeras de podar. Llevaba un traje de neopreno y una sombrilla atada a la cintura con un imperdible gigante. Canturreaba. Lengua dormitaba al sol. Y tu padre, con su traje gris y su corbata de flores azules, contaba. No sé qué contaba, pero lo hacía en alto».
Paloma Muiña.
Paloma es una escritora y editora madrileña que estudió periodismo y como ella misma dice en su web, durante muchos años trabajó en algo que no le gustaba hasta que se dio cuenta que lo que realmente le gustaba era escribir para niños. Y a ello se puso y llegaron historias tan originales como esta.
¿Has leído este o algún otro libro de Paloma Muiña?
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